Queridos lectores y seguidores de Magna Ciencia.
Quisiera que tanto esta entrada como las futuras y anteriores contribuyan a aligerar la carga de sufrimiento que estos tiempos tan inciertos y con fines tan distópicos se ciernen sobre la Humanidad desde la perspectiva del Conocimiento y la Ciencia Sagrada. Y para ello, creo que es imprescindible, más que nunca, entender que, como sociedad occidental moderna, nuestra forma de procesar y comprender la realidad que nos rodea es dual. Esto significa que hemos sido educados a concluir en términos de bien o mal, positivo o negativo, blanco o negro, derecha o izquierda...
Ciertamente, la crisis del COVID tiene muchos bises de acuerdo a los textos sagrados que nos dejaron las culturas más antiguas, de ser el examen final para que una parte de la humanidad pueda trascender a una Nueva Edad de Oro en ciernes, aunque como todo, es posible que nuestra civilización pueda ir aún más a peor en los próximos años. No es, por tanto y bajo mi punto de vista, una crisis más, sino la crisis final previa a la entrada a una nueva edad de Oro.
¿En qué me baso para afirmarlo?
Pues en mi mera interpretación y lectura de la cadena de hechos que ocurren cada día en clave del Conocimiento Sagrado. Esta reflexión, se entenderá en la siguiente entrada.
Desde la Tradición Primordial, esta percepción dual de la realidad, tan firmemente instalada en nosotros como sociedad, tan solo se da en esta Edad Oscura y final de Kali, acelerándose e incrementándose en intensidad conforme esta se acerca a su fin, la última de las cuatro edades que constituyen esta Era. Por consiguiente, todas las Tradiciones anteriores a esta Era oscura final son y/o deben de ser no duales por el hecho de ser su fuente de Conocimiento y origen anterior a esta densa época que atravesamos (pueden descargar ya el capítulo 7 aquí).
Para tratar de explicar este hecho, en Magna Ciencia Libro I capítulo 7 página 309, lo reflejaba con el siguiente cuadro que a continuación pueden ver.
Un buen amigo mío y estudioso del Mahabaratha Michael Gadish, lo resumía de manera brillante en sus charlas con esta frase:
En la Edad de Oro todo el mundo sabía lo que tenía que hacer y lo hacía.
En la Edad de plata no todos sabían lo que había que hacer, pero todos los que lo sabían lo hacían.
En la Edad de bronce, no todos sabían lo que había que hacer, pero ahora de los que lo sabían, no todos lo hacían.
Finalmente, en la Edad de hierro, nadie sabía lo que había que hacer.
Es decir, que nuestra Era se caracteriza por una cosa muy por encima de todas las demás: la ignorancia. Pero... ignorancia de qué?
De acuerdo a las Tradiciones Sagradas más antiguas, la ignorancia es el desconocimiento de la naturaleza ilimitada del hombre viene representado en la Tradición No Dual Advaita hindú como un velo que lo recubre todo, y que crea la ilusión de la realidad y la identificación con lo que se piensa y se siente, el llamado velo de Maya, algo que va mucho más allá de la mera metáfora en la que muchos estudiosos modernos tratan de acotar esta filosofía. Esta ignorancia cubre al Ser Infinito o Atman, que es en definitiva la única realidad, lo único que verdaderamente existe. Esta ignorancia, es tan solo por tanto, una manifestación más de su infinita grandeza, y se despliega tan solo en esta parte final para ser engullida y reintegrada por la totalidad.
Arcadio Rojo Amil lo resume en que nuestra cultura ignora que ignora. De esta forma, se entiende que el reconocimiento de nuestra verdadera esencia pone punto y final a este descenso de lo sutil a lo denso marcado por la ignorancia, y el inicio del camino ascendente hacia el conocimiento. No en vano a la más alta escuela de pensamiento Shivaita Advaita no dual o Filosofía Trika esta Vía se denomina pratyabhijna, que se podría traducir como reconocimiento, cuando el Atman o ser infinito se reconoce y se identifica con la totalidad. A los Iniciados o Sadakhas se les suele recordar que nadie realiza camino iniciático alguno, sino que siempre es el Atman o Suprema consciencia la que realiza la infinita danza de ignorancia y reconocimiento.
Es interesante por último ver que este despliegue de la manifestación de la suprema consciencia tiene 36 niveles o tattvas, pero hay evidentes paralelismos con otras tradiciones que dibujan el mismo Ser infinito o Atman. En la Cábala sería el árbol de las Sefirots que representa al Adam Kadmon siendo Kéter la suprema Consciencia y equivalente por tanto al Atman hindú, pero en otras Tradiciones verdaderas y auténticas se representa en forma casi idéntica, como el Al-Insān al-Kāmil en el Sufismo, un concepto mucho más zoroástrico que islámico. Este hecho nos lleva a recordar la Tradición Primordial revelada cuyo origen se remontaría a la Edad dorada o Satya Yuga de la que hablaré en próximas entradas. La única diferencia entre las tradiciones vivas es la claridad o contundencia en explicar un mismo hecho.
Valença do Minho, Portugal, 7 de agosto de 2021.
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